Desde hace unas semanas, en diferentes medios de comunicación, se ha iniciado una campaña para fomentar la ingesta de leche entre los niños con el nombre de "Ningún niño sin bigote".
Hace muchos años me vi obligado a dejar de beber leche. Esta me sentaba mal, me producía gases, retortijones y mucho malestar. Eso ocurrió al entrar en mi adolescencia. Años después supe que se debía a que a partir de esa edad más o menos, muchas personas dejan de producir lactasa, una enzima que rompe el azúcar de la leche, la lactosa, y esta al no romperse, genera una reacción del organismo que interpreta que esa sustancia no es saludable inflamando el tejido intestinal y activando al sistema inmunitario para que se deshaga de esa lactosa.
Pero la experiencia también me ha enseñado que no todo es blanco ni negro, que siempre hay matices. Y a raíz de mis investigaciones sobre microbiota intestinal, descubrí por qué hay muchas personas a las que les sienta bien la leche y a otras no. Eso se debe a lo que se denomina Síndrome de Permeabilidad Intestinal (SPI). Quien lo padece, será candidato claro a tener dificultades con la ingesta de este blanco líquido, y es mucha la población que tiene este problema (leer artículo). Pero, ¿que no sufra de SPI, convierte a la leche en un alimento saludable en su forma líquida?
EFECTOS SECUNDARIOS DE LA LECHE
A tenor de lo que un estudio de la prestigiosa revista médica The British Medical Journal publicaba hace un tiempo, no parece una buena idea promover este tipo de campañas en favor de la toma de leche en forma líquida. Tal como muestra dicho estudio (ver estudio), las personas que toman leche, corren los siguientes riesgos:
Aumentan los marcadores inflamatorios (hay que decir que todas las enfermedades tienen un origen siempre inflamatorio).
Aumentan las tasas de mortalidad.
Aumenta el riego de fracturas de cadera en mujeres.
Aumenta el riesgo de sufrir diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Todo ello parece que se debe al efecto que produce la galactosa, el tipo de azúcar que posee la leche sobre los tejidos, donde se ha demostrado de manera repetida que sería responsable también de envejecimiento prematuro, y en especial, de generar enfermedades neurodegenerativas (ver estudio).
KÉFIR AL RESCATE
Pero curiosamente, un alimento que podría tener esas nefastas consecuencias sobre nuestra salud, gracias, como no, a nuestras amigas las bacterias, en este caso las que se encuentran en los gránulos del kéfir, convierte la leche en un alimento más que saludable.
El secreto está en la galactosa
Tal y como explicaba, la galactosa parece la inmediata responsable de los efectos indeseados de la leche. Pero la paradoja está en que es esa misma galactosa la que supone un manjar para las bacterias que conforman el kéfir, proporcionándole a este alimento fermentado todas las conocidas propiedades que se le atribuyen, destacando entre ellas efectos antiinflamatorios intestinales (ver estudio, que demuestra además la impresionante capacidad del kéfir de eliminar un tipo de hongo especialmente patógeno y carcinógeno), la disminución del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares o ser beneficioso en pacientes que sufren diabetes (ver artículo).
¿Te animas a probar el kéfir? Si necesitas gránulos, te los puedo proporcionar de manera totalmente gratuita. Escríbeme a través del formulario de contacto de esta web y te diré cómo y dónde recogerlo.
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