Analgésicos, antibióticos, antiácidos, ansiolíticos, ... Tenemos pastillas y medicamentos para todo tipo de dolencias. Un uso racional y puntual de este tipo de medicamentos puede ser realmente útil, y debemos estar agradecidos a la gran industria farmacéutica que nos proporcionan medicamentos que han hecho posible que se hagan intervenciones quirúrgicas en completa anestesia o que si en un momento dado tenemos un intenso dolor cólico intestinal, podamos rebajar esa desagradable sensación con la pastilla adecuada. Pero el matiz viene después, cuando esa ingesta de medicamentos se cronifica en el tiempo. Y no es extraño ver personas que toman más de diez compuestos farmacéuticos al día.
Hoy en día ya hay autores que aseguran que los medicamentos son la tercera causa de muerte en el mundo, más teniendo en cuenta que se suelen hacer prescripciones que en más del 50% de los casos son innecesarias (ver artículo).
Asimismo, en España, la automedicación está causando más muertes prematuras que los accidentes de tráfico (ver artículo). Aunque especialmente preocupante es lo que ocurre con los antibióticos: se especula que este año morirán 26.000 personas por resistencia a éstos, 22 veces más que accidentes de tráfico (ver artículo).
¿SON LOS PROBIÓTICOS LA ALTERNATIVA A ESTA INGESTA MASIVA DE MEDICAMENTOS?
Dada la ingente cantidad de artículos y noticias que aparecen en relación a la importancia que tiene el cuidado de nuestra microbiota (leer definición) para mantener nuestra salud, son cada vez más los laboratorios que están desarrollando cápsulas ricas en probióticos a las que se les atribuyen propiedades específicas dependiendo del tipo de bacteria que se pongan en dichas cápsulas. Por lo que, efectivamente, parecería que así es. Pero veamos si es verdaderamente una alternativa adecuada.
Se define como probiótico a aquellos "microorganismos vivos que, cuando se consumen en cantidades apropiadas, confieren al huésped efectos saludables" (FAO/OMS 2001).
De la definición anterior quiero destacar las palabras "microorganismos vivos". Como tales, se sobreentiende que éstos, igual que ocurre con nosotros, su actividad se verá influenciada por el entorno en el que vivan al que continuamente se van adaptando (ver artículo). Ejemplos de esta adaptación, son ya una evidencia científica que factores como el frío (ver artículo), algunos aditivos alimentarios (ver artículo), e incluso el estrés , que convierte en patógenas a las bacterias (ver artículo) , afectan de manera importante la actividad microbiana.
Incluso ya hay laboratorios que han podido constatar que tras la administración de determinadas cepas bacterianas mediante cápsulas probióticas, si el paciente no ha cambiado sus hábitos de vida, la salud de esa persona se ve poco o nada influenciada.
¿PERO EN QUÉ NOS PUEDEN AYUDAR ENTONCES LOS PROBIÓTICOS?
La idea, más que buscar cápsulas de probióticos como si de pastillas se tratasen para problemas de salud determinados, lo que se debería buscar es qué cepas pueden ayudar en un proceso muy concreto y de carácter agudo (como puede ser el caso de una diarrea por ejemplo). Pero para procesos crónicos, lo verdaderamente importante, consistiría en seguir los principios fundamentales para la prevención de la salud (ver artículo).
¿CUÁL ES LA CLAVE PARA UNA BUENA SALUD EN RELACIÓN A LA MICROBIOTA?
La palabra clave es la biodiversidad. En catalán, hay una frase que describe muy bien ese aspecto: "Quants més serem, més riurem" ("Cuantos más seamos, más reiremos"). A mayor número de familias bacterianas, mayores niveles de salud (ver estudio). Y eso sólo se consigue si mejoramos nuestros hábitos de vida, como cuidar nuestra alimentación, hacer ejercicio físico (ver artículo), promover el amamantamiento natural, estando en contacto más a menudo con aire poco contaminado o evitando el uso indiscriminado de antibacterianos a todas horas en todo momento y para todo (ver estudio).
Josep María Subirà i Vallès
Comunicador y Facilitador de Salud
Graduado en Enfermería
Graduado en Medicina Tradicional China
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